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Optimismo y éxito, una combinación frecuentemente mencionada pero, ¿cuál es su relación? El optimismo es entendido desde la Psicología Positiva, como una característica de la personalidad relacionada con cómo interpretamos las distintas situaciones. El optimista, puede ver la parte negativa de los acontecimientos de la manera menos amenazante, no mediante abstraerse de la realidad, sino esperando lo mejor mientras no alimenta pensamientos negativos. De ahí su estrecha relación con la resiliencia, definida anteriormente como la capacidad de superar y salir fortalecidos de situaciones difíciles.
[Imagen: Dan/FreeDigitalPhotos.net]
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El optimismo o la resiliencia son capacidades que se aprenden, se relacionan con experiencias vividas desde la infancia, con cómo reaccionaban y se comportaban nuestros padres u otras personas significativas de nuestro entorno ante diferentes situaciones, incluyendo las adversas. Si aún ante acontecimientos negativos, eran capaces de reconocer y enfocarse en los aspectos positivos de las circunstancias, de esperar cosas buenas del futuro y seguir trabajando por lo que querían alcanzar.
No ser optimista no significa necesariamente ser pesimista, es posible encontrarse en un estado intermedio. Más allá de qué tan optimista o resiliente seas actualmente, la buena noticia es que estas capacidades pueden ser entrenadas en terapia, es por ello también que en próximos artículos profundizaremos en distintas técnicas que puedes aplicar diariamente para fortalecer tu optimismo y resiliencia.
**¿Por qué el optimismo es fundamental para el éxito?**
Diferentes estudios comprueban la relación entre optimismo y éxito, indicando que las personas con un buen nivel de optimismo, tienden a alcanzar más sus objetivos que las pesimistas. Todo lo cual repercute en la salud psico – física ya que entre otras cosas, el optimista padece menos estrés.
Según la Psicología Positiva, optimismo no significa negar las dificultades, sino aceptarlas como una parte de la realidad y calmadamente analizarlas para así encontrar qué oportunidad de crecimiento encierran. El optimista, no se culpabiliza por los fracasos sino que aprende de los mismos y los integra a sus conocimientos, lo que le es de gran utilidad para mejorar su realidad actual y distinguir aquellas cosas que en la práctica funcionarán de las que no. Para el optimista los fracasos son circunstanciales y su causa puede ser superada, siendo ésta una actitud resiliente.
De esta manera, se forma un círculo positivo que se retroalimenta. Al asumir los errores y fracasos como parte del aprendizaje, el optimista puede resistir y manejar la frustración mucho mejor, y al desmotivarse en menor frecuencia y medida, puede trabajar más para conseguir sus metas.
Otro factor importante en esta dinámica, es el tipo de mensajes que mentalmente nos dirigimos, ya que repercuten directamente en nuestro ánimo y actitudes. Además de autoenviarse mensajes positivos, el optimista inteligente es enérgico y su gran fuerza de voluntad le permite mantener la costumbre de focalizarse en las ventajas de las situaciones, entendiéndolas de una forma que apunta a mejorar su calidad de vida.
El optimismo entonces, implica la perseverancia y la audacia suficientes para permitirle al optimista atreverse a intentar diferentes alternativas, estando la voluntad y capacidad de decisión, en el núcleo de la relación entre optimismo y éxito.