Existen ocasiones, en las que quizás sin saber bien por qué, podemos sentirnos sumamente nerviosos hasta casi paralizados ante un encuentro social. Quizás se trate de una reunión de trabajo donde debas exponer un proyecto, o una cita. Quienes experimentan frecuentemente miedo al rechazo, mencionan un temor a no comunicar ideas correctamente, no ser comprendidos, hacer o decir algo incorrecto, quedar en ridículo, sentirse expuestos, entre otros aspectos. Todo lo cual, se relaciona con una búsqueda de aprobación ajena para sentirnos bien.
La raíz del miedo al rechazo en una situación social, puede ubicarse en diferentes etapas de la vida. Entre las causas más comunes, se encuentra en primer lugar, escasa atención de los padres durante la infancia. Al contar con poca contención por parte de figuras importantes y cercanas del núcleo familiar, es común que existan dificultades para incorporar modelos que ayuden a ganar seguridad. Por otro lado, se encuentran las experiencias traumáticas, comprendiendo situaciones de rechazo difíciles de procesar, como el hostigamiento frecuente en la primaria o la secundaria. A su vez, puede citarse también el muy escaso contacto social desde la infancia, ya que al no participar en actividades que impliquen interacción será muy común sentir incomodidad ante las mismas posteriormente.
Quien experimenta frecuentemente este temor, suele pensar que concordar con lo que la mayoría opine o decida lo ayudará a sentirse más a gusto en un grupo, pudiendo así apartarse de los propios deseos en pos de complacer a los otros. En realidad esto tiene un efecto contrario, ya que el no sentirnos leales a nosotros mismos genera mucha incomodidad, haciéndonos incluso más sensibles a las críticas y la frustración.
El frecuente miedo al rechazo tiene efectos perjudiciales en distintas áreas, como la laboral siendo un importante obstáculo para avanzar, o la amorosa en la que se suele pensar que la pareja nos dejará por alguien más interesante.
Darle demasiada importancia a la opinión ajena resulta muy dañino, así como también lo sería no considerarla en lo absoluto. Como en muchas otras áreas, aquí también es necesario hallar un equilibrio, el primer paso es reconocer el ese gran temor. Admitir que no se trata de situaciones aisladas, que cada dos por tres encontramos alguna excusa para evadir una reunión o pasar más desapercibidos y que ello nos afecta.
El miedo al rechazo, suele mantenerse basado en juicios que hacemos sobre nosotros mismos, en una focalización y exageración de nuestros defectos, y minimización de nuestras virtudes. En terapia se trabaja con estrategias adaptadas al cliente específico, pero en líneas generales puede afirmarse que se apunta a enfrentar los problemas, cuestionar el temor y modificar ideas irracionales sobre nosotros y los demás. La dependencia de la aprobación ajena, se relaciona con problemas a nivel de la autoestima, siendo necesario trabajar sobre la misma. Lo que pensemos o sintamos acerca de nosotros, ha de ser independiente de errores o aciertos.
El proceso de cambio implica conocernos más, sentirnos mejor con nosotros mismos, aprender a aprovechar los errores como oportunidades de aprendizaje sin culpabilizarnos, reconocer que también podemos hacer aportes importantes e interesantes, aplicar un optimismo inteligente, dejar de buscar aprobación, perder el temor a las críticas, decir libremente lo que pensamos, entre otros aspectos, todo lo cual lleva a vivir más plenamente. Cuando vayas superando el miedo al rechazo, verás que te será natural animarte a una situación social, incluso sin proponértelo.