Que el amor propio es una suerte de medicamento en varios aspectos, no es
novedad. Una autoestima saludable, que signifique una valoración
positiva y realista de uno mismo y las propias habilidades, protege la salud psico
– física, contribuye a enfrentar los problemas y aprovechar mejor distintas
situaciones. Continuando el artículo anterior, la propuesta de hoy es dedicar
un momento a pensar en dos esferas, donde lo que pensamos acerca de nosotros es
muchas veces decisivo; el aspecto físico y el trabajo, así como puntualizar en
algunos componentes generales que hacen a la autoestima.
[Imagen:
pat138241/FreeDigitalPhotos.net]
Con
frecuencia, lo que pensamos cuando nos vemos al espejo, se ve influenciado por ideales de belleza vigentes, valorados en la
sociedad y constantemente presentes en los medios de comunicación, en especial
en la televisión. La ansiedad de perseguir un estereotipo, así como distintos
trastornos alimenticios, ya han dejado de ser asuntos casi exclusivamente
femeninos. Detengámonos a cuestionar lo que se nos intenta imponer, ¿es sano?,
¿estamos en verdad de acuerdo? Una autoestima saludable, nos permite
vivir en armonía con nuestro cuerpo, conectarnos con el mismo sin tratarlo como
objeto.
No
sólo somos eternos candidatos a un cuerpo perfecto, a la pareja perfecta, sino también al
trabajo perfecto. La autoestima facilita el éxito laboral, por contribuir a
manejar mejor el estrés y luchar por superar obstáculos. Mientras que quien
suele juzgarse negativamente, tiende a sobredimensionar sus errores,
pensar los fracasos como algo estable y los éxitos como meras casualidades. Un emprendedor que no tiene mucha confianza en sus
recursos, tiene mayores probabilidades de abandonar su iniciativa, por ser más
común que se paralice ante los contratiempos.
**¿Qué implica entonces cultivar una autoestima saludable?**
Muy
a grandes rasgos, podemos decir que comprende;
*conocerse, aceptarse y valorarse, admitiendo nuestras
virtudes y defectos, aceptando responsabilidades en su medida sin engañarnos y
sintiéndonos capaces de crecer, mejorar y superar crisis.
*plantear objetivos, comprometernos con hechos y actuar. Aún
asumiendo que el fracaso es algo que puede ocurrir, sin enfocarnos en ello ni considerándolo
un fin catastrófico en caso de que ocurra.
*cuestionar reproches desmedidos y
sustituirlos por ideas más constructivas y sensatas.
* establecer mejores vínculos con los demás
y apreciar a quienes nos aprecian.
* guiarse por el propio criterio, existe una
sustancial diferencia entre abrirnos a las opiniones ajenas y aceptarlas sin
analizarlas. Podemos negarnos a algo que no nos guste serenamente, asumiendo la
responsabilidad de ser reflexivos y decidir por nosotros mismos.
* amor propio equilibrado, un déficit de amor propio o pensar que se es el único inteligente y valioso, es
muy dañino para la persona misma y quienes la rodean.
Si bien una autoestima saludable
suele originarse en experiencias anteriores, como con nuestros padres si nos
demostraban confianza en nosotros o no, es un aspecto sobre el que podemos
trabajar si nos decidimos a hacerlo, tal como sucede en terapia. Podemos construir
nuestra propia fuente de amor incondicional.