Hiperactividad infantil, es actualmente un término muy
nombrado en los medios de comunicación, asociado a un niño que casi no puede quedarse quieto y
que en ocasiones desespera a maestros y padres. Pero, ¿en qué consiste?, ¿cuáles
son sus características
y tratamiento?
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La
definición de hiperactividad infantil, presenta un terreno bastante
controvertido, donde se entrecruzan perspectivas y conceptos de distintas
disciplinas. Por ejemplo, los psiquiatras la señalan como un trastorno donde
existe impulsividad, falta de
atención y excesiva actividad motriz. Luego los neurólogos, se enfocan en
deficiencias de neurotransmisores en el cerebro, noradrenalina y dopamina, que
entre otras cosas permiten controlar la impulsividad. Y a su vez, desde la
pedagogía se vincula la hiperactividad infantil con dificultades perceptivas y
de aprendizaje. Sin embargo, numerosos expertos concuerdan en definirla como un
síndrome con una probable causa biológica, relacionada a alteraciones en el
cerebro que pueden deberse por ejemplo, a una lesión o factores hereditarios.
**Déficit de atención con hiperactividad: puede diagnosticarse una vez que el pequeño comienza
su escolarización, a partir de los 6 o 7 años. Es común que las maestras señalen
que es muy inquieto en clase, que hace lo que quiere y su conducta se
diferencia de la de sus compañeros, por ejemplo, no pudiendo permanecer en su
asiento por mucho, culpando a otros de sus errores o intentando interactuar
cuando es momento de trabajar. Asimismo, al niño hiperactivo suele costarle terminar los ejercicios, memorizar y aplicar
lo aprendido, calcular, leer y escribir. Este escenario en sí, no dice nada
acerca de su inteligencia, ya que puede presentar estas características aún
teniendo una normal, normal – alta o alta.
**Tratamiento: El
tratamiento, comprende fármacos y técnicas de cambio conductual que permiten
que el pequeño permanezca sentado por más tiempo, se concentre en tareas y se
relaje. Consultar cuanto antes, posibilita diagnóstico temprano que contribuye
entre otras cosas, a adoptar medidas para proteger la autoestima del niño, haciéndolo
sentir comprendido y aceptado.
Un
ejemplo de técnica cognitiva que apunta a controlar la impulsividad e
hiperactividad, es la de la Tortuga, donde este personaje tan
común en la literatura infantil, es asociado a una espera reflexiva, a
resguardarse dentro del caparazón y tranquilizarse, mientras se piensa en
diferentes opciones para resolver un problema y recién entonces se elije una. Esta
técnica se divide en 4 etapas.
1) El terapeuta le
comunica al niño la nueva estrategia que van a aprender, a través de un cuento donde
una tortuga experta, aconseja a otra en una tarea que le resulta difícil. Esta
fase se centra en evitar la impulsividad y enseñar al pequeño a relajarse y
esperar.
2) Se realizan
ejercicios de tensión - distensión para entrenar la relajación.
3) Se define y delimita
claramente la situación problema, se piensa en diferentes opciones considerando
sus consecuencias, para realizar la que parezca más conveniente. Luego se
evalúan los resultados, aprendiendo tanto de los aciertos como de los errores.
4) Por último, el
objetivo es que el niño adopte permanentemente la estrategia que aprendió. Aquí
juegan un importante papel los padres, educadores y otros familiares, ya que
pueden por ejemplo mediante su reconocimiento y felicitación, reforzar el comportamiento
más reflexivo del niño.
**Simultáneamente, en
líneas generales, es posible señalar algunas medidas
que los padres pueden adoptar antes de los 6 o 7 años:
* elogiar sus buenas conductas y brindarle pequeñas recompensas
* masajes relajantes
* planificar una rutina familiar ordenada
* enseñarle a dividir las tareas en partes y realizarlas una a la
vez
* el contacto físico como palmaditas, mirarlo a los ojos, es una
estrategia cariñosa y efectiva para captar su atención
**Si se realiza el diagnóstico, se pueden sumar:
* minimizar los elementos ambientales que puedan distraerlo
cuando realice tareas escolares
* cuando presente una conducta negativa, señalarle siempre
tranquilamente, que no debe hacerlo
* también con calma, repetir explicaciones las veces necesarias,
en especial si se trata de tareas nuevas
* asegurarse de que comprende lo que se le dice
* establecer pautas de comportamiento claras y adherirse a las
mismas
Es necesario que los padres comprendan que ni ellos
ni el pequeño son culpables de su impulsividad
e hiperactividad, simplemente no está pudiendo actuar de otra forma. Cuando se
perciben estas características de
comportamiento, además de que el niño
comience pronto un tratamiento, es
conveniente buscar un grupo de padres
que vivan la misma situación, e incluso buscar un espacio terapéutico propio
para la pareja,
a fin de trabajar conflictos en la misma y sentimientos de culpa y frustración
que muchas veces surgen al convivir con la hiperactividad
infantil.