La culpa, ese sentimiento conocido por surgir cuando se ha perjudicado a otra persona, a causa de algo que se ha hecho o dejado de hacer, ya sea adrede o de forma involuntaria. Sin embargo esta sensación de estar en falta, no siempre aparece cuando realmente se ha perjudicado a alguien. Muchas veces y sin darnos cuenta, la culpa se convierte en una herramienta de autocastigo afectando directamente la autoestima. ¿Por qué nos hace sentir tan mal? Veamos algunas características y tipos de situaciones generales en las que suele presentarse.
[Imagen: FrameAngel/FreeDigitalPhotos.net]
Cuando lastimamos a alguien
Suele hacerse sentir más, al no responsabilizarnos por las consecuencias de nuestros propios actos. Si bien la culpa en sí misma es natural, cumpliendo un gran papel en el dominio de los impulsos y en la convivencia social, cuando nos damos cuenta que hemos perjudicado a alguien no es saludable quedarse en ella, sino disculparnos e intentar reparar el daño. Así como detenernos a reflexionar por qué hicimos lo que hicimos, y aprender de la situación.
Distinguir la culpa irracional
La culpa irracional es un ataque directo a la autoestima. Daña nuestra percepción de valía y nos devuelve una imagen deformada y disminuida de nosotros mismos.
**Multifacética, entre características de personalidad y circunstancias
* Ante acontecimientos positivos: Muchas personas experimentan este malestar cuando algo bueno les sucede, sienten que no merecen ser felices. En un punto creen que lo lógico, lo razonable, hasta lo inteligente, es el vivir inmersos en experiencias y noticias negativas. Se sienten desconcertadas ante la alegría y el disfrute.
* Autoestima: Vinculado con el punto anterior, la culpa también puede dar cuenta de problemas de autoestima. Especialmente en quienes sin ser conscientes de ello, se autosabotean fracasando una y otra vez en proyectos de su interés.
* Ideales: También experimentan culpa, quienes se establecen ideales irrealmente altos y difíciles de alcanzar. Por ejemplo sujetos muy perfeccionistas, a quienes les cuesta aceptar y por tanto aprender de los errores.
* Depresión: Las personas deprimidas tienden a internalizar la culpa, a responsabilizarse por los resultados negativos de los acontecimientos. A diferencia de las personas no deprimidas, que interpretan las situaciones de forma más equilibrada. En la depresión la culpa e interpretaciones negativas, son más devastadoras, tienden a abarcar varias áreas además del problema específico y a presentar poca o ninguna posibilidad de cambio.
Si bien no podemos olvidar el peso de factores genéticos en estos casos, existen métodos utilizados en terapia para ayudar a los clientes con depresión, a hacer interpretaciones más saludables a la vez que realistas. Por ejemplo, se trabaja con preguntas que ayudan a la persona a explorar, cuestionar y cambiar sus atribuciones.
* Búsqueda de aceptación: Muchos sujetos dicen cosas que en realidad no piensan, realizan acciones que no les satisfacen, con tal de ser aceptados y queridos por personas a quienes consideran importantes. Este agotador "efecto camaleón", lleva a sentirnos disgustados con quien debemos convivir las 24 horas; con nosotros mismos.
Analizando la culpa
La culpa se manifiesta de diversas formas, a nivel psicológico o físico, mediante agresividad, reproches, o quizás a través de dolores en distintas zonas del cuerpo, entre otros.
Detengámonos e invitémonos a pensar por qué sentimos lo que sentimos.
¿Estamos asumiendo deberes ajenos?
¿Nos reprochamos demasiado al equivocarnos y pretendemos que todo sea perfecto? Las experiencias que nos toca atravesar, son múltiples y complejas, y como seres humanos imperfectos nos equivocamos. Pero podemos decidir permitirnos aprender y disfrutar, dejando atrás un estilo explicativo negativo y limitante.
¿Nos estamos dejando llevar por la opinión de los demás y haciendo cosas que en realidad no nos gustan? No podemos caerle en gracia a todos, aún cuando nos esforcemos por imitarlos y seguirlos. Los recursos para satisfacer estas ansias de reconocimiento, de amor, son más accesibles y están más cerca de lo que pensamos; en nuestro interior. El pasar tiempo con nosotros mismos para autodescubirnos, permanecer en silencio para escuchar esa parte de nosotros que nos dice qué es lo que realmente deseamos, y en lo que creemos, ayuda a construir nuestro amor propio y a alejarnos de esa sensación de rencor y vacío que provoca responder siempre a los demás.
El desafío está sobre la mesa, la pregunta es, ¿aceptamos la responsabilidad de atrevernos a pensar y actuar de acuerdo a nuestro criterio, asumiendo consecuencias y saliendo de la culpa?