En la entrega anterior Aprender a decir no 1ª parte, comenzamos a
reflexionar sobre algunas características del presentar una negativa a las
peticiones ajenas cuando la situación lo amerita. Todos podemos recordar
algunas ocasiones en las que al final, sin demasiado entusiasmo, dijimos
"sí". Sin embargo, hay quienes tienden a actuar de esta manera más
frecuentemente. Dicha tendencia a ser complacientes si bien puede vincularse a
una actitud colaborativa hacia los demás, también puede relacionarse con serias
dificultades para expresarnos cuando algo no nos interesa, no podemos o
no queremos realizarlo.
[Imagen: pakorn/FreeDigitalPhotos.net]
Acceder demasiado frecuentemente tiene sus consecuencias, ya que
vamos postergando y poniendo en un segundo plano nuestras propias necesidades y
deseos, lo que perjudica nuestra autoestima o nos pone en riesgo de ser
utilizados. Algunos puntos que pueden ayudarnos a comunicar una negativa de la mejor
manera cuando es oportuno:
* Para empezar, ¿sabemos lo que queremos? Más allá de los deseos e
intenciones de los otros, tener la costumbre de cuestionarnos qué y por qué
deseamos lo que deseamos nos ayuda a crecer mejorando nuestra capacidad de
mirar hacia nuestro interior. A veces nuestras metas coincidirán con las de los
demás y otras veces serán distintas.
* Demostrar interés por el evento o tarea al que se nos invita a
participar. Comunicar en primer lugar nuestro interés, aprobación (ya sea hacia
la tarea o la otra persona) o intención de colaborar.
* Comunicar claramente. Es necesario expresar con claridad las razones por
las que se rechaza una propuesta, incluyendo nuestro punto de vista,
sentimientos, situación o necesidades.
* Abstenerse de manipular. Intentar responsabilizar al otro por nuestras
dificultades, lejos de ser una buena idea para convencerlo es la puerta de
entrada a conflictos.
* Sostener la negativa. Si nuestro interlocutor no está acostumbrado a que
le digamos no, es de esperarse que insista, al menos por un rato, intentando
convencernos con diferentes argumentos. De ahí la importancia de mantener la
propia decisión, o bien de negociar y llegar a un acuerdo si ello no es
posible.
* Evaluar luego la decisión de acuerdo al contexto. Tanto si los resultados
son positivos o negativos, es necesario evaluar nuestra decisión para aprender
de la experiencia. ¿Qué pasó con nuestros objetivos? ¿Se cumplieron? ¿Cómo nos
sentimos al negarnos? ¿Cuál fue la reacción de la otra persona?
La dificultad a negarse suele relacionarse con la
forma en que nosotros mismos recibimos el "no". Por ejemplo,
si solemos sentimos muy heridos cuando alguien nos dice que no puede o no
quiere ayudarnos en algo, tenderemos a pensar que los demás se sentirán de
igual manera ante nuestra negativa. La mayoría de las personas suelen incluir
el temor a ser rechazadas dentro de sus dificultades para negarse. Temen la
reacción de los otros, lo que puedan pensar y sentir. La única manera de saber
efectivamente lo que sucederá y de aprovechar la experiencia para crecer es
atrevernos y aprender a decir "no".