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Foto: nenetus/FreeDigitalPhotos.net |
A la mañana, la tarde o la noche, cualquier momento
del día en que nos regalemos una pausa es apropiado para agradecer, detenernos
a observar todo lo bueno que tenemos en nuestras vidas. Diferentes estudios han
señalado que los sujetos más agradecidos presentan mejor resistencia al estrés
y la depresión, así como un mayor nivel de satisfacción y bienestar subjetivo. Veamos
a modo de clara introducción, qué lugar ocupa en la Psicología Positiva la
gratitud y su influencia sobre el bienestar.
Este concepto aparentemente tan sencillo, comprende un
potencial para incrementar y fortalecer la salud mental que ha pasado
desapercibido por mucho tiempo. De acuerdo a la clasificación de Christopher
Peterson y Martin Seligman sobre aspectos que hacen a una buena salud mental,
las denominadas 6 virtudes que comprenden un total de 24 fortalezas humanas, la
gratitud es una de las fortalezas que compone la virtud Trascendencia. Dicha
virtud, agrupa fortalezas vinculadas con cómo nos relacionamos con el medio que
nos rodea y el sentido que decidimos darle a la vida. No es equivalente pero se
relaciona con conceptos como la esperanza, el optimismo, la felicidad, la
empatía o la satisfacción. Tampoco es igual estar agradecido que sentirse en
deuda.
La gratitud aumenta el bienestar subjetivo, lo que
también repercute en el relacionamiento con los demás a modo de ondas
expansivas. Implica igualmente, reconocer hechos, características o elementos
pasados o presentes, que influyen de forma beneficiosa en nuestra vida. Ello
conlleva una disminución de la ansiedad, así como de la probabilidd de presentar depresión o
consumir sustancias.
Existen distintas técnicas que la Psicología Positiva
emplea para aumentar la gratitud. Un
ejercicio muy difundido es La visita de la Gratitud. Consiste en
cerrar los ojos, concentrarse y pensar en una persona aún viva, que años atrás
haya hecho o dicho algo que benefició la propia vida de manera significativa.
Alguien a quien no le hayamos agradecido formalmente o de manera muy rápida.
Por ello, este ejercicio brinda la oportunidad de experimentar el agradecer de
manera reflexiva y significativa. Una vez se identifica a la persona, se le escribe una carta en agradecimiento por lo que hizo o dijo y se
la entrega personalmente. La carta ha de ser breve y referirse específicamente
al hecho a agradecer, qué hizo o dijo la persona y cómo repercutió en nuestra
vida, comunicándole también qué estamos haciendo actualmente.
El recordar un evento positivo del pasado nos hace
sentir una vez más beneficiados, de ahí que quienes llevan a cabo este
ejercicio experimenten emociones positivas al finalizarlo, incluyendo el
fortalecer la relación con las personas hacia las que se ha expresado gratitud.
Ello coincide, con observaciones que han logrado comprobar la relación entre la
gratitud y la empatía, al demostrar mayor consideración por el otro y por el
bien común. Asimismo, los sujetos donde se observó mayor gratitud, mostraron
mayor nivel de autoconfianza y pudieron utilizar mejor sus recursos personales
al enfrentar cambios importantes en sus vidas, siendo menos vulnerables al
estrés e incrementando el bienestar subjetivo desde el corto plazo.